martes, 22 de enero de 2008

Comentario sobre Schlemiel en Guadalajara

Sandro Romero Rey dijo:
http://www.vive.in/blogs/un_articulo.php?id_blog=3630999&id_recurso=350003210

TEATRO COLOMBIANO EN GUADALAJARA
12/12/2007
Hubo de todo en la Feria del Libro de Guadalajara. Y la presencia colombiana fue contundente. Quien les escribe se adelantó a la fiesta para entra de rodillas al concierto de The Police en el D.F. y luego sumergirse de lleno en la maratón literaria del Estado de Jalisco. Como país invitado de honor, Colombia se quiso sacar el clavo de años anteriores en los que su presencia pasó sin pena ni gloria. Con más pena que gloria, según aseguraban los testigos. Esta vez, el asunto fue a otro precio. Un stand a la altura, libros y escritores a granel, exposiciones importantes (Debora Arango, Fernell Franco, Miguel Angel Rojas, Oscar Muñoz, precolombinos…), muestra de cine exhaustiva, una estupenda selección musical (Malalma, Sidestepper, Aterciopelados, el “Cholo” Valderrama…) y, para que el cóctel estuviera completo, cuatro obras de teatro.

Uno se podrá preguntar porqué están unos y porqué no están otros. Pero ése no es el tema en este momento. Simplemente me limito a reseñar a los invitados teatrales, valorando la presencia del mundo de la escena en la fiesta del libro de Guadalajara. En primer término, la “Crónica de una muerte anunciada”, dirigida por Jorge Alí Triana, porque allí donde está Colombia, tiene que estar García Márquez, de lo contrario nos dará un ataque de carencia del padre casi irremediable. El montaje no tiene los mismos actores de la puesta en escena que vimos ya hace varios años, pero sirve como carta de presentación oficial para una delegación que debería entrar, como en la escenografía del montaje, por la puerta grande. Jorge Alí Triana ha sido, seguramente, el director que más ha traducido a GGM, tanto a las tablas como al cine y la televisión. “Tiempo de morir” (cine y tv), “Edipo alcalde” (cine), “Eréndira” (teatro) y la “Crónica…” dan cuenta de una devoción que está más allá del bien que del mal. Después de años de trabajo con Fanny Mikey en el Teatro Popular de Bogotá, Triana ha regresado para construir los montajes de largo aliento del Teatro Nacional y los resultados se manifiestan en experiencias como la de la presente “Crónica…” A pesar de ser un trabajo serio y profesional, a uno le queda siempre la duda con respecto a las razones que mueven a los creadores para realizar adaptaciones de García Márquez, más allá de los motivos comerciales. Por supuesto que la “Crónica…” de Jorge Alí no toca fondo en sus inconsistencias como en la lamentable versión de Francesco Rosi para el cine. Ahora que la polémica se revive con el estreno de “El amor en los tiempos del cólera” de Mike Newell y su limitada aceptación por parte del público, valdría la pena preguntarse si inventarse lo ya inventado forma parte de una virtud de las bellas artes.

Por su parte, “Mujeres en la guerra” es el resultado de la experiencia de la actriz Carlota Llano en las tablas. A partir de los textos del libro de Patricia Lara y bajo la dirección de Fernando Montes (discípulo de Grotowski y Riszard Cieslak), Carlota ha construido un fresco de cuatro monólogos en los que se da cuenta, desde la perspectiva femenina, de la tragedia colombiana. El resultado es sobrio, impactante y de gran factura actoral, como es de esperarse en una actriz que lleva más de tres décadas enfrentándose a los espectadores con su bella voz y su inmejorable presencia escénica. El espectáculo corre el riesgo de convertirse en una demostración de histrionismo, como suele suceder en todo monólogo. Pero la seriedad de sus propósitos y la sensibilidad poética de sus recursos perdonan cualquier tipo de veleidad o de ostentación interpretativa.

La sorpresa en Guadalajara fue el estreno del nuevo Cabaret Literario de Mapa Teatro donde, utilizando las imágenes de dos películas “cutres” del cine mexicano (“La nave de los monstruos” de Rogelo A. González y “Blue Demon contra las Invasoras” de Alfredo B. Crevenna), los directores construyen un espectáculo para ser presentado en bares (en Guadalajara se presentó en “La Mutualista”), con tres transformistas que juegan tanto en la escena como en la pantalla. El divertimento de los hermanos Abderhalden y sus tres travestíes es hilarante, rindiéndole homenaje a las canciones más lacrimógenas de la cultura “pop” azteca, yuxtaponiéndolas a las imágenes de dos de las películas más ingenuas de la pantalla latinoamericana. El mal gusto, en fin, colombo-mexicano, convertido en un juego que va más allá de sus propios límites. Casi 20 años de trabajo ininterrumpido le permiten a Mapa Teatro ir de Cortázar a Beckett, de Heiner Müller a Shakespeare, de la vanguardia del teatro europeo a la ópera, de Koltès a las instalaciones en video. Ahora, se pueden dar el lujo de juguetear con los géneros, hasta el punto de pararle el pelo hasta el mismísimo Embajador de Colombia en México. Rolf y Heidi han trabajado con presos de La Picota, con actores tradicionales hindúes, con habitantes del barrio El Cartucho de Bogotá, con estrellas de la televisión colombiana, con perros y caballos disecados. Ahora, ad portas del estreno de “El principito”, el Cabaret Literario en Guadalajara se presenta como la consolidación de un equipo de trabajo que goza con su oficio y aún corre el riesgo de inventarse escándalos transformistas.

Finalmente, el teatro infantil estuvo a cargo del grupo de Investigación Teatro del Valle, con la obra “Schelemiel. Cuentos de una aldea judía”, a partir de relatos del escritor Isaacs B. Singer, adaptados para la escena por Alejandro González Puche y Ma Zheng Hong, bajo la dirección de Alejandro González. Una vez más, nos encontramos con un trabajo de alta factura del director bogotano quien, luego de realizar sus estudios teatrales en Rusia, regresó a Colombia y realizó una activa labor pedagógica en la ENAD y en la ASAB de Bogotá. Luego, se instaló en Cali donde viene construyendo, desde hace varios años, una fructífera y permanente labor teatral, donde recrea, en el lenguaje de la región, a grandes clásicos del teatro, que van desde Chejov a Goethe, de Calderón de la Barca a sus propias creaciones dramatúrgicas. En este caso, se trata de una rica versión para la escena de los relatos judíos de Singer construidos con humor, inteligencia y sensibilidad.

En resumen, la representación colombiana en Guadalajara no fue muy grande pero sí fue diversa y dio cuenta de cuatro momentos específicos de la evolución de la escena en el País Invitado de Honor.